José Martínez Olivares

POSICIÓN MORAL

Decía François Truffaut que la manera de colocar la cámara es en sí un posicionamiento moral. Y esto no solo ocurre en el cine, sino que el encuadre del fotógrafo también lo es, y por supuesto el del escritor, al que su escritura no es acrítica; aunque se da la paradoja de que la mejor novela del siglo XIX, Madame Bovary, la escribió Flaubert sin un posicionamiento moral sobre la heroína, siendo el lector el que debe ejercer de crítico sobre el comportamiento de esta pequeña burguesa.

Es sumamente difícil evitar el posicionarse sobre sucesos que causan miedo, escándalo y desasosiego en la sociedad, independientemente de la ideología, para un intelectual para el que la ética sea su mayor valor. Un sectario, aquejado de disonancia cognitiva, será incapaz de hacer una valoración crítica y posicionarse moralmente, pero un intelectual con pensamiento autónomo no se lo debe de permitir y, si lo hace conscientemente, está incurriendo en corrupción moral.

Desgraciadamente, en este mundo en que vivimos, cada uno defiende sus intereses, aunque éstos vayan en detrimento de los de una mayoría social, y los medios se mueven entre intereses y en defensa de ideologías, no de la verdad; y opinan en vez de informar. La opinión es válida y necesaria, pero siempre que se entienda como tal, advirtiendo al lector.

        

En 2017 ardió en Londres la torre Grenfell, ubicada en North Kensington; un incendio en este edificio de 120 viviendas sociales que dejó 72 víctimas mortales y 74 personas heridas, después de que la torre quedara completamente calcinada por las llamas. Este jueves 22 un incendio en un edificio de 14 plantas de la avenida Maestro Rodrigo en Valencia ha dejado diez víctimas mortales. El patrón de causalidad en ambos siniestros es similar: revestimiento de poliestireno en el de Londres y sándwich de aluminio y poliuretano en el de Valencia. Tras el siniestro de Londres, se localizaron 500 inmuebles con las características del siniestrado y el gobierno entonces de May concedió 400 millones de libras para reparar cerca de 180 edificios de viviendas sociales, quedando prohibidos los materiales que propiciaron que el fuego se propagara de forma fulminante. Hay que averiguar el por qué se construyó con estos materiales el edificio de la Avenida Maestro Rodrigo y si, en la fecha de presentación del proyecto, estaba vigente el protocolo actual que prohíbe estos materiales; y por supuesto dotar a las víctimas del auxilio necesario y de las indemnizaciones que no cubran los seguros; e importante, catalogar el número de edificios construidos con estos materiales letales y tomar medidas que eviten siniestros similares. No quiero pensar que la corrupción haya facilitado la construcción de estos edificios, pero, si la hubiere, hay que castigar a los culpables, sean quienes sean, independientemente del partido al que pertenezcan.

Meter la mano en la caja común es una corrupción en parte inevitable, pero la vigilancia y la rendición de cuentas permanente, lo hacen más difícil y si el quebranto se produce, no basta la sanción moral, sino el apartamiento de la vida pública del corrupto. El quebrantamiento de la moral pública y la corrupción es un acto detestable; pero si esta se produce en circunstancias tan graves como la pandemia, es un acto criminal que nos debe abochornar a todos, tanto si se pone en cuestión a personajes como Ayuso y Ábalos (los cuales, independientemente de si están o no implicados, tienen responsabilidad política in eligendo e in vigilando. Ya estamos hartos de personajes sórdidos y el tal Koldo tiene unas trazas inquietantes; su catadura pone en cuestión al que lo nombró hombre de confianza.