José Martínez Olivares

 

Ayer se inició el año judicial y el presidente del Supremo abroncó a los partidos políticos por el bloqueo del Poder Judicial que “cercena la independencia” de los jueces. Dos cosas: Primera; los jueces son arte y parte de este bloqueo que ya dura cinco años, está en su mano revertir la situación dimitiendo en masa. Pero esto resta poder a la derecha y reduce sus emolumentos. Segunda; los partidos no, señor presidente; es el PP el que se niega sistemáticamente a la renovación porque le ha dado réditos políticos.

  • Hoy es sábado 9 de septiembre de 2023 y Rubiales todavía no ha dimitido, aunque según el arzobispo de Oviedo Jesús Sanz Montes tilda el abuso como “leyenda del beso” y aprovechando que estaba en la caverna (Covadonga) arremete contra la Agenda 2030 y las “corrientes ‘ecolojetas”. Hay que hacerle caso porque, como representante de la iglesia, es una autoridad en abusos.

 

152 El síndrome del puente sobre el río Kwai

 

Resulta difícil, más bien diría inexplicable el cambio observado en algunos capitanes de la transición. Esa travesía a algunos les ha cambiado los paradigmas y sus posicionamientos políticos hoy en día están alejados de aquellos que los impulsaron a tratar de trasformar la sociedad española que surgió del tardofranquismo. Hoy resulta difícil reconocer a Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Rodríguez Ibarra y otros por los que vivimos y de cualquier forma protagonizamos la transición. Algunos dicen que el poder cambia el paso de aquellos que lo logran, pues el pragmatismo termina determinando su pensamiento al constatar de forma empírica la dificultad de cambiar los paradigmas. En estos momentos de incertidumbre y espera, donde sobra el tiempo para reflexionar y también, como no, para aventurarse en interpretaciones, asocio el comportamiento de estos que un día fueron guía para muchos de nosotros con lo que yo he dado en llamar el síndrome del río Kwai.

En 1957 David Lean realiza una película bélica titulada el puente sobre el río Kwai, protagonizada por Alec Guinnes, William Holden, Sessue Hayakawa y Jack Hawkins. La película narra un hecho real ficcionado en una novela por Pierre Boulle. El filme trata de la construcción de un puente para el paso del ferrocarril por un grupo de prisioneros ingleses al mando del coronel Nicholson (Alec Guinnes) Este al principio se niega amparándose en la Convención de Ginebra, pero con posterioridad, piensa que la obra puede servir para elevar la moral de la tropa y la condición física mermada por las privaciones. La construcción de la obra conseguirá que se sientan orgullosos.

 

El mayor estadounidense Shears (William Holden) logra huir del campo y llegar a las líneas aliadas, donde urde un plan para destruir el puente. Un comando al mando del coronel británico Warden (Jack Hawkins) atraviesa la selva para conseguirlo. En un paseo de inspección junto al coronel japonés, Nicholson contempla embelesado la que considera su obra y de la que se siente orgulloso. Una obra que da sentido a su vida. Al descubrir a los saboteadores, pierde la cabeza y tratar de impedir la destrucción del puente e intenta matar a Joyce el compañero de Shears. Warden bombardea con mortero la zona y de la acción mueren Nicholson y sus dos compañeros de comando (Shears y Joyce). El puente no llegó a caer.

 

Para muchos la transición es una obra de la que se sienten orgullosos y no toleran su cuestionamiento. Entre todos construyeron los puentes por donde circula la política española, unas élites políticas, un bipartidismo y una democracia edificada sobre cimientos endebles que se apoyaba en los restos del tardofranquismo. De aquellos polvos surgen estos lodos. Se guardó demasiada basura bajo las alfombras y se guardaron muchos muertos en los armarios y en las cunetas. Se concedieron excesivas patentes de corso y desde la impunidad se cometieron delitos que hoy nos abochornan. Quizás no se pudo hacer otra cosa, pero yo no me sentiría muy orgulloso de un traje al que se le ven las costuras. Las palabras de aquellos que un día fueron de los nuestros sirven hoy de alimento a la caverna mediática y a la derecha cerril. En cierta ocasión un político laborista ante el aplauso de sus rivales en el parlament, exclamó: ¡Dios mío que habré dicho para que me aplaudan los torys! Ayer tras las penúltimas palabras de González, Alfonso Guerra que fue en un tiempo pasado el enfant terrible de la política española decía al respecto de la amnistía y de las prácticas políticas: Están destruyendo nuestra obra me vuelvo a acordar del coronel Nicholson. La película no ha envejecido; como ninguna de las obras maestras de Davin Lean, los transicionales sí. Lástima de prestigio arrojado por la borda.

Independientemente de la coyuntura actual derivada por la posible investidura de Pedro Sánchez, a la estructura del estado hay que darle una buena mano de pintura, pero con la política, sin medidas quirúrgicas y sin judicializarlas.

 

José Martínez Olivares

 

Nota.- Sobre el artículo de Tomás de la Quadra, “Gracia y Justicia”, publicado en el Pais de ayer (https://elpais.com/opinion/2023-09-08/gracia-y-justicia.html ) Javier Pérez Royo catedrático de derecho constitucional, publica su opinión en eldiario.es  de hoy  “Carles Puigdemont, Tomás de la Quadra (1): El indulto” (  https://www.eldiario.es/contracorriente/carles-puigdemont-tomas-quadra-i-indulto_132_10498677.html) que es muy esclarecedor. Sobre la amnistía promete uno próximo. Esperamos.