JORGE TINAS GÁLVEZ.  Exconcejal del Ayto. de Madrid

 

Las elecciones del 14 de febrero han colocado a Esquerra en una posición a la que llevan aspirando desde su reaparición en la política española en la Transición. Tras el regreso de Tarradellas y la aprobación de un  Estatuto de Autonomía para Cataluña que iba mucho más allá del que se alcanzó en 1932 parecía que no volverían a repetirse los lamentables acontecimientos para España que se vivieron durante la Segunda República , bajo los liderazgos de Francesc Maciá y Lluis Companys.

Pero la historia reciente de ERC ha sido un relato lleno de estridencias bajo el gobierno de personajes tan insólitos como el racista Heribert Barrea o el negociador con ETA,  Carod Rovira, que tuvieron que ser apartados de la organización para poder mantener un mínimo de prestigio ante la sociedad catalana.

ERC se ha definido siempre ideológicamente como un partido de  izquierdas, aunque en sus raíces y planteamientos territoriales sobre los llamados “ Paises Catalanes” ha quedado evidente que en  sus objetivos,  por encima de la ideología estaba el nacionalismo independentista.

Durante los años de dominio de la derecha  de Pujol fueron expresamente despreciados por el nacionalismo catalán  dominante y solo alcanzaron cuotas de poder en la etapa del Tripartito, con el PSC. En todo caso el acento social se fue diluyendo con Carod Rovira, en beneficio de una visión preferentemente identitaria y esta vertiente ya se puso claramente en evidencia durante el “procés”, apoyando una declaración unilateral de independencia.

Como han manifestado sus líderes en diversas ocasiones, sin ningún reparo y con absoluto cinismo, su apoyo al Gobierno de Sánchez  no  es más que la táctica a seguir para alcanzar a medio plazo sus objetivos estratégicos de independencia. Por eso los resultados electorales del 14-F y el triunfo del candidato socialista  han sacado a flote la autentica identidad del ERC, anteponiendo los intereses independentistas por encima de cualquier objetivo de gobernabilidad, no ya de España , sino de Cataluña. ¿Donde están las posturas  conciliadoras de su líder Junqueras?  Cuando hoy  se ve con el triunfo tan deseado sobre la derecha catalana y con la posibilidad de ser amnistiado, ha radicalizado su discurso independentista y niega cualquier posibilidad de llegar a un acuerdo con el PSC, entregándose  a esa derecha con la que dicen siempre pugnó, aunque la realidad histórica diga lo contrario.

Muchos venimos defendiendo que ERC no es un partido de fiar, como se evidenció en tiempos de la República, dado que su raíz es asamblearia y radicalmente independentista. Hoy comparten muchas veces las tesis de la CUP, con la que hoy quieren contar para hacer un gobierno netamente independentista e intentar compensar su entrega a la rancia derecha catalana.

El resultado excepcional del PSC, como en su día lo fue el de Ciudadanos, pone en evidencia la consolidación de la fragmentación de la sociedad catalana en la que por encima del “mantra” de los independistas sobre su absoluta mayoría social, la realidad de las cifras muestran una sociedad dividida por la mitad , en la que la mayoría parlamentaria de los independentistas no puede ocultar  su relativo debilitamiento en votos, aunque  lamentablemente este  no se traducirá en una mayor facilidad para resolver el problema  secular catalán.

.Cataluña corre el riesgo de seguir bloqueada, sin gobierno real, en un declive económico y social que a la postre repercute muy negativamente en el resto de España, donde hoy más que antes es imprevisible la continuidad del apoyo al Gobierno,  sobre todo cuando este se vea imposibilitado a dar satisfacción a los planteamientos maximalistas de  ERC.

El discurso moderado de Illa , su propuesta de retorno al dialogo entre catalanes, con una posición del PSC alejada de la ambigüedad ante el nacionalismo que condujo en el pasado a unos resultados electorales cada vez peores, ha llevado a un éxito, insuficiente para doblegar las posiciones independentistas, pero enormemente clarificador de hacia dónde debe dirigirse el partido socialista de Cataluña.

El PSC puede representar la base social de quienes siempre han estado en contra de los planteamientos secesionistas y de la supremacía de lo identitario por encima de la igualdad entre los ciudadanos, así como la oportunidad  de buscar una sociedad en la que la lucha contra las desigualdades sea la base fundamental .Frente a quienes amparándose en unas supuesta identidad diferente y superior han dado lugar a que la derecha reaccionaria catalana durante años les ha llevado a los mayores recortes sociales de España y al crecimiento de un supuesto conflicto con el Estado.

El gobierno de unidad independentista que va organizar ERC, con el apoyo de la derecha de Puigdemont,  pondrá en evidencia que las posiciones de izquierda son pura retórica ante los intereses de ruptura. Ante esta situación el  PSC se encuentra en la mayor  encrucijada de su historia reciente, porque los resultados alcanzados le  permiten mantener,  desde la oposición al Gobierno de la Generalitat a la que está destinado, una firme posición de Estado, en beneficio de todos los catalanes, desde planteamientos netamente socialdemócratas, de justicia social y de igualdad.

La realidad social de Cataluña permite pensar que hay una base, no independentista totalmente  alejada de veleidades nacionalistas que no debe permitirse  que se decante por la ultraderecha al no ver defendidos sus derechos y necesidades .Hay un gran trabajo de pedagogía a realizar para desenmascarar las mentiras del nacionalismo, es por ello el momento del PSC.