Jorge Tinas Gálvez.

Cuando el mundo supo de los horrores del Holocausto nació el espíritu en Europa de que eso no podría volver a ocurrir y de la firme  voluntad de algunas  insignes figuras del momento nació lo que hoy es la U.E y la época más larga de paz y prosperidad  de la historia en nuestro continente. Esa deseada paz se rompió con la guerra en los Balcanes, donde de nuevo  no solo vimos ciudades asediadas y destruidas sino nuevos horrores como los que se querían olvidar

No obstante, cuando la solidez de Europa parecía garantizada tras haber  superado las profundas heridas provocadas por la crisis económica y la pandemia, hoy se enfrenta a la necesidad de actuar ante  la más desgarradora situación humanitaria conocida después de la Segunda Guerra Mundial.

Las imágenes que ahora vemos televisadas en directo, como un pueblo, el Palestino, es masacrado, sus ciudades arrasadas, para con una pretensión  obscena convertir sus escombros en un “resort de lujo”, obligan a que esta Europa no permanezca anclada, a la espera de decidir si las acciones de Israel  bajo las decisiones de Netanyahu alcanzan o no la calificación de genocidio, debate al que nos han llevado las nuevas fuerzas de la extrema derecha que justifican las acciones de Israel , cualquiera que sea su calificación.

Parece mentira que el pueblo que sufrió el Holocausto sea hoy el que mayoritariamente justifica  este horror, con el argumento de la justa defensa tras el atentado terrorista de Hamas, aunque conocida la trayectoria de Israel desde su creación como Estado hace pensar que Hamas ha sido alimentado durante años para que acabara dando el argumento final para acabar con Palestina.

Si repasamos las declaraciones da Sholomo Ben Ami, no de ahora, muy condicionadas por la situación, sino de hace muchos años, cuando era representante de Israel en España y decía: Gaza y Cisjordania tienen una población con derechos que obligan a llegar a un acuerdo político, no basado en la Biblia, pero dificultado por el mesianismo secular del sionismo: “Dios está con nosotros”, lo que justifica cualquier cosa. Recordaba una frase de un escritor amigo que afirmaba: “todo judío lleva dentro un enanito fundamentalista y lo que hacemos durante todo el día es luchar contra él” y reconocía que esta era una de las mayores afirmaciones  sobre el  pueblo judío nunca escritas.

El espíritu renacido de ese enanito es hoy Netanyahu y ha ganado la batalla interna de la mayoría de su pueblo y donde los que aún piensan como Sholomo son una minoría marginada y atemorizada. El pueblo de Israel no puede hoy decir como hicieron los alemanes que nada sabían de los campos de exterminio porque la realidad es televisada y de la que se hace ostentación, por tanto Europa no puede seguir dilatando una firme decisión de aislamiento de Israel porque la evidencia del aplastamiento de un pueblo es manifiesta.