José Martínez Olivares
El equinoccio de otoño da paso al mundo de las tinieblas en detrimento del de la luz decreciente que puede ser una metáfora del PP y su manifa de esta mañana que niega la posibilidad de que salga adelante la investidura de Feijóo. Una acción que contradice las posibilidades del candidato que se instala en la oposición enunciando que su opositor Sánchez asumirá todas las propuestas de Junts con tal de instalarse en el poder. Se presupone, ya que el sujeto activo por el que se convoca la manifestación ha permanecido pasivo en función de su papel y no ha dicho esta boca es mía. Solo ha sido el muñeco al que han hecho hablar los ventrílocuos de la derecha que como a la malograda Mari Carmen, lo hacen bien, pero se les nota que son ellos y no el muñeco los que hablan acompañados de los tontos útiles que un día fueron compañeros de Sánchez. En realidad, Feijóo perdió las posibilidades de formar gobierno el 23J y todo lo demás son maniobras orquestales en la oscuridad y una negación de lo que han dictado las urnas; actúa como un antisistema y espero que repita en el Congreso lo que ha dicho en Felipe II, lejos de los corifeos con disonancia cognitiva que aplauden las falacias que escuchan sin pensar lo que oyen y sin cuestionar los exabruptos de sus lideres y lideresas. Un mitin para convencidos, pero sin argumentos para aquellos que podrían apoyarle en su investidura. Ha dicho que está dispuesto a defender la igualdad de los españoles, aunque le cueste la investidura. La Constitución la defendemos todos y solo un 2/3 pueden decidir cambiarla, no el capricho de cualquiera. Ha quedado muy bien, pero la investidura la ha perdido por las urnas y porque sólo le apoyan los cavernícolas
-
Utopía 25-9-23
Voy a volverme a mojar: el gobierno progresista sacará adelante la investidura. No se trata de una premonición, ni de un deseo; mi tesis se base en razonamientos.
El PP sólo cree en los milagros y en el trasfuguismo, no es un partido utópico porque carece de ideología y solo espera obtener el poder porque es un partido extractivo y que solo pretende conservar los privilegios de los instalados. Sabedor de sus fuerzas, acepta que va a perder la investidura y solo trata de deslegitimizar al más que posible gobierno progresista con acciones como las de esta mañana que es solo una continuación de otras que venimos observando desde el día posterior a las elecciones del 23J.
Junts como todo partido soberanista, sí cree en la utopía. Su meta es, más bien, diría era, un estado catalán. Pero Puigdemont fue consciente el 27 de octubre de 2017, media hora después de que el Parlamento de Cataluña aprobara la declaración unilateral de independencia, que no fue reconocida por ningún Estado del mundo, que la vía unilateral, sin apoyo de los poderes fácticos era inviable y se volvió atrás. Después cuando la llamaron botifler, huyó hacia adelante y más tarde a Waterloo. Desde entonces la vía unilateral se convirtió en imposible. Y es que discutir con el poder, es posible, pero enfrentarse a él sin armas y sin el apoyo de los poderes fácticos es sufrir en sus carnes toda la fuerza que legitima a la autoridad del estado.
Los soberanistas saben que el referéndum de autodeterminación es inviable por anticonstitucional y que va en contra de los criterios de las Naciones Unidas y la vía unilateral se ha demostrado imposible. El estado para solucionar el problema catalán tiene dos vías. Una la judicial que se ha demostrado incapaz tras los juicios del Procés y la política que, a mi entendimiento, jamás se tuvo que abandonar, porque los problemas políticos se solucionan con la política y ya se ha constatado que con los indultos se ha conseguido una paz social en Cataluña que se ha constatado además como eficaz para desarmar las tesis victimistas de los soberanistas.
Junts ya sabe que la vía unilateral no es posible, pero nunca va a abandonar la utopía del soberanismo. Por eso sus demandas para apoyar un gobierno progresista parten de un programa de máximos. Saben que solo un gobierno progresista será un interlocutor necesario para lograr acuerdos que sirvan para instalar la paz social en Cataluña y encauzar políticamente sus demandas. Pero no pidamos que renuncien a la utopía. El estado representado en las Cortes Generales puede ser represivo, pero también piadoso como lo fue con los indultos. Es el momento de la piedad y el perdón a través de la justicia transicional.