JORGE TINAS Exconcejal Ayto. de Madrid
Los dos grandes problemas con los que nos enfrentamos son: la guerra en Ucrania y la inflación, como consecuencia de la misma.
La historia ha demostrado que la inflación arrasa gobiernos y en esta ocasión no tiene por qué ser diferente. El Gobierno ha sido capaz de ir capeando las grandes desgracias con las que ha tenido que enfrentarse, desde la pandemia al volcán, pese a la críticas recibidas por la oposición, pero ahora, la derecha insolidaria que domina en nuestro país ha encontrado en la inflación su mejor aliado para atacar al Gobierno y, aunque algunos analistas de Wall Street, así como el prestigioso Paul Krugman, prevén un fuerte descenso de la inflación en unos meses, nada puede garantizarse mientras la guerra siga su curso. Si estas previsiones se cumplieran, tendrían un efecto electoral relevante en los futuros procesos electorales, en el caso de USA, en las próximas elecciones de medio mandato, pero de mayor interés para nosotros en las próximas elecciones generales, que, tras la previsible aprobación de los presupuestos, se ven más lejanas, dando un mayor margen para una consolidación de la posible mejora de la situación.
No obstante, la derecha aprovecha el grave momento que vivimos, con unos precios de la energía desatados y permanentes subidas en la cesta de la compra, para acusar al Gobierno de incompetencia, dando como única solución una bajada generalizada de impuestos. En este sempiterno debate el mejor ejemplo del grave error que esa medida tendría en la situación actual ha sido el conato de crisis financiera desatada por la propuesta de abordar unos recortes generalizados de impuestos llevada a cabo por el recién llegado gobierno conservador británico. Quizás este ejemplo haga ver a los ciudadanos que esta como otras de las tantas mentiras que lanza la derecha de forma permanente, sin aportar una sola idea, no son la solución a los problemas del país y que tal como ya se evidenció en la pandemia, la salida de las crisis está en el favorecimiento de lo público y en el apoyo a los más desfavorecidos.
Hasta ahora, en opinión de los economistas, la inflación se curaba con la recesión; en opinión de otros, esta inflación no ha venido por un exceso de demanda, como es habitual, sino por una contracción de la oferta, provocada por los elevados precios de la energía y de las materias primas, consecuencia de la guerra. Si la situación permanece y los precios siguen desbocados, el clima social puede deteriorarse por el aumento de las desigualdades, situación que aprovechan los populismos, como se está demostrando en Europa.
El habitual procedimiento de aumentar los tipos de interés para enfriar la economía no puede ser la única medida a aplicar en una situación en la que la sociedad se encuentra sumida en varias crisis a la vez, tan relevantes como la energética y la ambiental.
En nuestro país hay que evitar la recesión por todos los medios, con la gran dificultad que ello supone en un entorno en el que los costes de la energía están provocando la reducción de la actividad industrial, con el riesgo de desempleo que ello conlleva. El camino a recorrer debe venir de forma preferente de la correcta aplicación de los Fondos europeos, destinados a nuevas inversiones en sectores estratégicos como la energía y la digitalización, que permitan la generación de empleo.
Junto a ello es el momento de abordar con seriedad una reforma fiscal, este es un debate que siempre se aplaza, ante el temor de la fuerte oposición de los sectores conservadores y más privilegiados. Somos conscientes de la dificultad que entraña y más en periodo electoral, pero ha llegado el momento de explicar esta reforma a la sociedad, para hacerle entender el carácter imprescindible de la misma, si queremos mantener el estado de bienestar que deseamos.
Si este debate es imprescindible, lo es aún más el ya iniciado sobre el “Pacto de rentas “que ha sugerido el propio BCE para contener la inflación y avanzar en la recuperación económica de España. Todos somos conscientes de que el momento histórico es diferente al que se dio cuando se alcanzaron los Pactos de la Moncloa, pero la gravedad de la situación no es tan diferente. No obstante, hay una notable diferencia en relación con aquel hito esencial en el desarrollo de nuestro país: el clima político actual es tan inestable y corrosivo que hará difícil que la propuesta del Gobierno de aplicarlo hasta 2025 alcance el éxito.
Tenemos muchos retos por delante sobre los que debatir en este Foro
Madrid, 14-10-2022